No es para menos. Los primeros en experimentar los terribles síntomas de la leishmaniosis fueron, precisamente, quienes residían en aquellas zonas de Siria que el Estado Islámico —grupo terrorista proscrito en Rusia y en otros países— hizo suyas, empezando por Al Raqa, cuando estalló el conflicto sirio.
La leishmaniosis pertenece al grupo de las llamadas 'enfermedades olvidadas'. En este grupo se engloban algunas de las patologías que más víctimas se cobran, como la malaria o la tuberculosis. La razón por la que se les atribuye el calificativo de 'olvidadas' es desolador: afectan a zonas pobres del globo, normalmente del tercer mundo, por lo que no llaman tanto el interés de los científicos y no se investigan. Están presentes, sobre todo, en zonas marginales de Asia, de África y de América Latina.
"[La leishmaniosis] no se trata de una enfermedad que haya aparecido ahora de repente. El área en la que está presente es muy amplia: China, Siria, Arabia Saudí, Irak, Irán, la India, el sur de Rusia, algunas zonas del sur de Europa y el Mediterráneo, África Oriental (Sudán) y América del Sur. Y se asocia con la desnutrición, con el desplazamiento masivo de la población, con las condiciones de insalubridad en la vivienda, con un sistema inmune débil y con factores ambientales", revela a Sputnik Naser Dehghani, cirujano y doctor iraní.
Dehghani, que ha trabajado en Irán en los focos de esta enfermedad, añade que con la llegada de los yihadistas a Siria y a Irak comenzaron a darse todos esos factores. Los habitantes de las regiones en las que lograron establecerse los miembros del Estado Islámico empezaron a sufrir malnutrición, a sumirse en la más profunda pobreza, a dejar sus casas, a desplazarse a otras regiones y a no disponer de los medios necesarios para mantener unas condiciones higiénicas mínimas. En resumen, un peligroso cóctel para que se reprodujesen los insectos portadores de esta enfermedad: mosquitos hembras y moscas del género de los dípteros, en su mayoría tábanos; los verdaderos responsables, al ser portadores de parásitos protozoarios.
"Durante las operaciones militares se dan todos esos factores favorables, lo que puede provocar el foco endémico de esta enfermedad: flujos masivos de refugiados, falta de acceso a agua potable, escasez de medicinas y destrucción de centros médicos y de hospitales", añade.
La leishmaniosis —cuyos primeros registros datan del año 650 a.C. en la antigua Babilonia— se manifiesta, en general, en forma de sarpullidos en la piel, de disnea, de secreción nasal severa que en algunos casos desemboca en hemorragia, de disfagia y de úlceras en la boca, en las encías, en la lengua y en los labios.
Sin embargo, la forma más grave y peligrosa de esta enfermedad es la leishmaniosis visceral, también conocida como 'kala azar' o 'fiebre negra'. Dehghani explica que, de no tratarse, en el 95% de los casos puede llegar a ser letal. La Organización Mundial de la Salud fija en hasta 90.000 los casos registrados, y en su informe precisa que en 2015 el 90% de las infecciones se localizaron en siete países: Brasil, la India, Kenia, Somalia, Sudán y Etiopía.
Dehghani se esfuerza en subrayar que la aparición de los yihadistas no es, por sí misma, la causa de que comenzasen a darse brotes de leishmaniosis en algunas zonas de Oriente Medio, pero advierte de que fue el detonante. "La guerra destruye el ecosistema natural". También detiene el suministro de alimentos, arruina la economía. "Es natural que bajo tales condiciones esta enfermedad, que es endémica, se extienda", concluye el cirujano iraní.
Sputnik
Etiquetas: